El farolero y su novia
-¡Bien puedes amarme aquí,
que la luna yo encendí,
tú, por ti, sí, tú, por ti!
—Sí, por mí.
—Bien puedes besarme aquí,
faro, farol farolera,
la más álgida que vi.
—Bueno, sí.
—Bien puedes matarme aquí,
gélida novia lunera
del faro farolerí.
—Ten. ¿Te di?
Seguidillas a una extranjera
Todos los torerillos
que hay en Sevilla,
te arrojaron, al verte,
la monterilla.
Dinos cómo te llamas,
flor extranjera,
– Entre los andaluces,
la arrebolera.
Cinco rejoneadores,
cinco perfiles,
clavaron a la gracia
de los toriles.
Gracia negra, de fuego,
tras los percales,
pintándolos de moras
de los morales.
¿Por que ocultas la cara
tras la mantilla.
y rueda por el ruedo
tu gargantilla?
¿Y por qué de la gloria
baja y se eleva,
a caballo, un arcángel
que se la lleva?
Lloran zumo de azándar
y de limones,
desgarrados, los flecos
de los mantones.
Y tú, arriba, en los palcos,
crucificada,
desangrándote el pecho
con una espada.
Muerta de los caireles,
ven, que de amores
pretenden requerirte
los matadores.
¿Cómo te dicen, dinos,
flor cineraria?
– Entre los andaluces
la pasionaria.
Modas
Tú no sabes lo que es eso
y ojalá nunca lo sepas:
en la boca el colorete,
las melenitas cortadas,
el cuerpo sobre la falda,
y las medias transparentes.
¡Viva toda tú franjada
de redondeles de grana!
¿No sabes que ya las rosas
no son del tiempo, en la cara?
Si a ti las pinta el aire,
¡mejor que mejor, serrana!
¿No sabes que los cabellos
los peinan peines de plata?
Si a ti los peina el viento,
¡mejor que mejor, serrana!
¿No sabes tú que las medias
son de seda y no de lana?
Si son de algodón las tuyas,
¡mejor que mejor, serrana!
Tú y yo
Tú nunca te has de casar,
porque no tienes dinero,
me digo yo.
Casarme yo, viajar
con él por el mundo entero,
te dices tú.
Di, ¿para qué enamorar,
si siempre has de ser soltero?
me digo yo.
Pero… ¿para qué soñar,
si nunca tendrá dinero?
te dices tú.